domingo, 28 de noviembre de 2010

LA BELLEZA INTERNA


22/03/2004

Los padres queremos que nuestros hijos sean buenos, y nos esforzamos todo lo que podemos y sabemos desde que nacen hasta la adolescencia, para potenciar y conseguir las virtudes con las que consigan ser mujeres y hombres de bien. Después de la adolescencia, haciendo uso de su libertad, ellos escogen el camino que desean para su vida.

Si el camino es: perseverancia en las sabias filosofías, caridad, paciencia, respeto y comprensión a los demás, dominio de si mismo para no caer en ningún vicio que le cree dependencia y le anule su libertad, conducta recta y fiel a su Conciencia... Estos hijos e hijas, nos dan a los padres plena felicidad, manteniendo siempre un acercamiento cada vez más humano de verdadero agradecimiento y Amor entre ambos, consiguiendo para si y los demás, armonía y felicidad.

Con el mismo esfuerzo y cariño enseñamos a otros hijos e hijas, pero haciendo uso de su libre albedrío eligen otros caminos para su vida de: vanidad, hipocresía, soberbia, ira, desagradecimiento y falta de respeto, demostrando con toda clase de vicios su gran ignorancia de la vida, ya que todo ello le alejará cada vez más de sus padres y toda persona de bien, consiguiendo con ello sólo malestar y un continuo sufrimiento.

Amigos míos, con estos ejemplos vuelvo otra vez a los resultados de la Evolución. Los de la primera actitud, cada vez están más cerca para comprender mejor a Dios, el Todo, nuestro Padre-Madre... y acaban venciendo a la muerte.

Con la otra manera de proceder, cada vez se alejan más de la verdad, pierden el sentido de la realidad, desconocedores de las Leyes Universales, vuelven a encarnar una y otra vez con las mismas vivencias, sin querer aprender de ellas, sufrirán y sufrirán hasta que se den cuenta y aprendan de sus errores.

Somos espíritus, y venimos a la vida física para aprender, unas veces con vehículo de cuerpo de mujer y otras de hombre, pero somos el mismo ser, para aprender y comprender las diferentes situaciones vividas en las dos modalidades.

Hemos venido ya tantas veces en los dos aspectos, que deberíamos haber aprendido a ser personas con total igualdad de condiciones sociales, aprovechando bien esa unificación necesaria de los dos principios de hombre y mujer, para ser entre los dos, uno solo. Aprovechando con todo nuestro Amor las diferentes cualidades de los dos aspectos diferenciados, al servicio de la sociedad sin ningún atisbo de diferencia alguna.

El hombre, con todo lo que hemos aprendido en diferentes vidas, y si fuéramos más auténticos, haciendo caso a nuestro corazón y sin dejar de ser por ello masculino, en muchas ocasiones, deberíamos dejar salir las lagrimas sin ningún rubor, manifestando nuestra parte femenina de una manera natural de nuestro sentimiento interno de igualdad masculino-femenino (que nada tiene que ver con la sexualidad).

Cuando aprendamos más, seguro que miraremos los sexos como si miráramos a los ojos, y todo será con un equilibrio limpio y natural. La mayoría vamos hacia ese camino, y deseo que la humanidad entera acelere el cambio total, sin ninguna superioridad del uno sobre el otro, viviendo y aprovechando el verdadero equilibrio entre ambos.

Amigos míos, una de las manifestaciones que yo tengo en gran estima es la alegría de los que saben escuchar y aprender de todo, no es una alegría emocional, es la alegría del entusiasmo de querer empezar una Evolución Consciente en todos los detalles de la vida.

Es una verdadera sonrisa interna, que se manifiesta con lo más mínimo. Te levantas por la mañana, te miras al espejo... y sonríes mirándote fijamente, como si la vida fuera un juego, o una representación que tú vas a vivir con intensa alegría.

Por supuesto, no me refiero a una mera manifestación externa por un cambio de intereses: si tu me sonríes, yo te correspondo para quedar bien, o por educación. Yo me refiero a esa sonrisa que te sale de dentro sin ningún motivo. Tú sólo demuestras lo que eres, lo que tienes dentro, manifestando tu alegría y belleza interna con una sonrisa pura, sólo tienes que pensarlo y desearlo para que se realice.

Esa misma sonrisa que le ofreces a un perro, a un árbol, a una flor, a un niño, a un anciano... a toda cosa, animal o persona, sin tener en cuenta si te es o no agradable... si eres así, tú mismo puedes estar seguro, que tu alegría y belleza interna, gozará para siempre, una buena salud física y espiritual.
Amigos míos, haced la prueba, y veréis por vosotros mismos que es cierto lo que os digo.

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